Estimado Alfredo:
Ahora que las personalidades ya te han presentado tus respetos, con cámaras, coches oficiales y primeros titulares, ahora que han corrido ríos de tinta alabando tu figura política y tertulianos políticos han hablado y hablado, ahora llega mi humilde contribución.
Yo solamente soy actualmente un humilde “juntaletras” con discapacidad, pero tiempo atrás fuimos compañeros de partido y ahora mismo somos compañeros de ideología. Personalmente, solamente te vi una vez en un mitin del PSOE en Burgos, donde pude ver que no tuviste miedo de saludarme con naturalidad, a mí y a mi pareja con discapacidad, te asombraría ver la cantidad de personas ponen cara de susto al acercarnos a ellas, tú, en cambio, avanzaste a nosotros y nos saludaste con naturalidad, cosa que se agradece.
Pero no es de eso de lo que yo quería hablarte, quería hablarte de socialdemocracia, dependencia y discapacidad. En concreto, quiero hacer referencia a un socialismo que, aunque ha sido desprestigiado, es el socialismo por el que ahora puedo tener la vida que tengo, el socialismo que ha creado el Estado del Bienestar que ahora disfrutamos las personas con discapacidades y la población en general, el mismo que me permite vivir una vida medianamente digna. Esto no hubiera sido posible sino fuera por la vieja guardia del socialismo, hombres y mujeres que creísteis en lo que estabais haciendo, hombres y mujeres que merendabais tortilla de patata en el campo mientras planeabais como sería la estructura social de la futura (actual) democracia.
La generación que representáis a ese socialismo procedéis de la docencia y eso se nota. Procedéis de la ilusión, más que de la premeditación; de la ideología, más que de la táctica y de, aunque no sea tu caso, carreras de humanidades y sociales, en vez de ser productos salidos en serie de las Facultades de Derecho y Ciencias Políticas, con un manual debajo del brazo. Estoy hablando de una generación con miembros como Matilde Fernández, Jesús Caldera o tú mismo, a nivel estatal, o el amigo Luis Escribano en mi propia ciudad. Representáis la humanidad y la espontaneidad que el socialismo ha perdido y que supisteis combinar con la tan recurrente “razón de Estado” de las “nuevas generaciones”, porque no creo que haya habido un hombre de Estado que merezca ese calificativo más que tú.
Pero, como ya he escrito otras veces, ahora toca ir un paso más allá. Toca hacer una segunda transición pacífica. En dicha transición te podría hablar de muchas cosas: Modelo de Estado, modelo territorial, etc… Pero no ha eso a lo que quiero referirme, además, me temo que no estaríamos muy de acuerdo. No, me refiero al paso de el empoderamiento pasivo al empoderamiento activo de mi colectivo, ya que debemos ser nosotros y nosotras quienes empecemos a estar presentes en la política de partidos. Es aquí donde mi opinión está cambiando y es tu ejemplo el que me está animando a hacerlo. Aunque era de la opinión de que una persona con discapacidad puede realizar todos los trabajos en política, algunas experiencias propias y de otras personas con discapacidades me hacen pensar que quizás lo mejor para la respetabilidad del colectivo sea centrarse primero en el ámbito orgánico, lejos de las cámaras y los Parlamentos. Y no me duelen prendas en decirte que, además de tu ejemplo, me ha llevado a esta conclusión el ejemplo de Pablo Echenique, en contraposición a otros ejemplos incluso en su propio partido, aunque me temo que en el ejemplo que estoy pensando ha influido también el género. En fin, en conclusión, tengo que agradecerte mostrarme el camino más directo para nuestro verdadero empoderamiento.
Por todo lo dicho anteriormente, quiero aprovechar esta carta para anunciar algo que creo que, como a algunos y algunas militantes del PSOE, te haría ilusión escuchar. He decido que, después del 26M me pasaré por Ferraz a informarme de como echar una mano a nivel federal, si es que puedo ser de alguna utilidad. Además, hay unas siglas que creamos unos amigos y amigas del PSOE y que merecen volver a casa, a su hábitat natural. Espero encontrar algún rastro de ese viejo socialismo humanista (no confundir con afectivo), pedagógico y comprometido del que te hablaba antes y del cual tú eras uno de sus máximos exponentes federales. Aunque, como intentó hacer Edu Madina, al cual tu apoyaste tanto, habrá que modernizar el espíritu obrerista de esa vieja guardia y darle un matiz más social, aunque igualmente socialista. Claro está, todo esto ocurrirá después del 26M, después de cumplir un compromiso que tengo pendiente con el feminismo y siempre que se cumpla una condición que dejaron clara cientos de militantes en Ferraz: “¿Con Rivera? NO, gracias”. Ni siquiera de entrada.
Tu legado ya está sembrado, ahora toca recoger sus frutos. Gracias por todo y hasta siempre compañero.
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